El mínimo desprecio de tu parte, devenía en largas horas de lagrimas y mas horas de suplicas tuyas.
Improvisabas cada día una forma de mantenerte a su lado, de seguir adelante a pesar de la pereza, el cansancio, la monotonía que era estar con ella.
El panorama cambio con los años, sabias que la necesitabas, que era la única que creía ciegamente en ti y que si te apartabas destruirías su mundo.
A veces el egoísmo nos aborda de mil maneras, a ti te toco un egoísmo generoso, ese donde abandonabas tu esencia para hacer feliz a una segunda persona. Ahora que lo pienso, ¿ese esfuerzo valió la pena realmente?. Mil veces ¡Si!, si volvería a nacer, lo haría todo igual.
hay personas que merecen renuncia, entrega,esmero y sobre todo respeto; en eso no me equivoque.
