viernes, 14 de agosto de 2009

Llamado de la Muerte




Tan hermosa y sumisa a la vez
Cautivas mi vida sin querer
Susurrando palabras con tono bajo
Me percato de tu sed
Ansías correr
Quizás muy lejos
Pero tu mente y cuerpo
No logran responder,
A las suplicas de tu corazón
Que se ha cansado de tanto dolor
Lagrimas ahora veo recorrer
Por ese rostro lleno de enojo
Palabras que lastiman
Llegan a mí ser
Anunciándome que hoy no vendrás por mí
Una dulce melodía
Logro escuchar
Pero el tiempo me vuelve a detener
Y mis sentidos vuelven a fallar
La causa aun
No la logra percatar
Ahora
Cierro los ojos
Y allí estas
Esa silueta no la puedo olvidar
Camino hacia ti
Y otra melodía me vuelve a entusiasmar
Es tu voz
Que me llama y atrapa…


Y te delato mi secreto:

¡Dulce Muerte, ya no puedo caminar!



Lesb Peqña

Ultimos Momentos


Congela tu razón y nubla un poco tu paisaje, las cortinas ya no son necesarias, pues, las ventanas ya no mostraran nada.
La neblina invade todo, incluyendo la cocina y los dormitorios, el cielo gris me roba la luz que hasta hace instante alumbraba mi hogar.
Mis ansias enfermizas por lo temible, me obligan a salir, fuera de estas cuatro paredes que me ocultan la realidad de muchos, no logro ver ya los arboles que antes me regalaban su sombra y frondosidad, ahora me acostumbro a ver “nada”.
Sintiéndome como un enfermo terminal, corro con ganas de vivir experiencias que quizás sean las ultimas, mis pies flotan en el aire, no vi el abismo y ahora caigo.
La brisa acaricia todo mi cuerpo hasta que… Desparramada en algún lugar me despido de esta locura la cual fue esta enfermedad

Lesb Peqña

jueves, 13 de agosto de 2009

Un Secreto que guardo


Cada mañana me levanto, con la esperanza de encontrarte en tu habitación leyendo el diario, como habitúas hacerlo, pero no es así, no me he acostumbrado o por lo menos mi mente no se ha adaptado a la pérdida.
Perdona mi debilidad, pero este dolor es más grande de lo que acostumbro a soportar, ya no estás y mi subconsciente aún duerme y se mantiene en el pasado.
Verte agonizar no fue suficiente, sentir tu ultimo latido mucho menos. Firmé un documento en blanco, que supongo era la renuncia a mi cordura.
Me estoy entregando a tantos recuerdos, que parecen no tener fin, y siento necesitar otras vidas para lograr disfrutarlos.
Arrancaste de mis manos la vida de quien me enseño a robar sonrisas, conducir trenes sin rumbo y cambiar lagrimas por firmeza.
Perdóname pero ahora quedaré ahogada en el silencio que sólo tu muerte logra regalarme.
Adiós